domingo, 31 de octubre de 2010

Tomate Un Respiro...


El Señor Dios formo al hombre del polvo de la tierra,
Y soplo en su nariz el aliento de vida.
(Genesis 2:7)


Las obligaciones vertiginosas e implacables de la vida a menudo hacen que todas declaremos con un suspiro: <>, ¡Y puede que le estemos dando voz a más verdad de la que pensamos! Los médicos han descubierto que prácticamente para cada persona que realiza, ya sea un trabajo manual que demande fuerza física o un trabajo de oficina que demande fuerza intelectual, el nivel de rendimiento mejora cuando uno respira como es debido.


El aliento de Dios se define como regular, profundo y lento. Lo contrario, irregular, poco profundo y rápido, es señal segura para la mayoría de los médicos de que algo anda muy mal. Una buena respiración es esencial para una buena salud, porque proporciona oxígeno a la sangre, que es vital para el funcionamiento de todos los órganos del cuerpo, especialmente el corazón y el cerebro.


Las escrituras nos dicen que Dios sopla su vida en nosotras tanto de forma física como espiritual, Jesús sopló en sus discípulos para impartirles el Espíritu Santo. (Juan 20:22). La Iglesia primitiva experimentó al Espíritu Santo como un fuerte viento, una manifestación del aliento de Dios. (Hechos 2:1-2).


Hoy, en nuestras vidas personales, a menudo experimentamos la conciencia del Espíritu de Dios obrando en nosotras como una brisa fresca, que nos limpia y nos revive en cada parte de nuestro ser. La palabra inspiración significa literalmente que pone dentro de nosotros las cosas del Espíritu.


Haremos bien en tomarnos un respiro periódico en la presencia del Señor. Cuando lo hacemos descubrimos que el ritmo de los acontecimientos de nuestra vida se aquieta. Descubrimos que nuestro espíritu es refrescado y renovado a un nivel más profundo que la superficialidad de nuestra rutina diaria.


Has una pausa para recibir del Señor, y comprueba si no te encuentras a ti misma calmándote y liberando las tensiones del temor, la frustración y la futilidad. Podrás pensar con más claridad, el amor de Dios fluirá con más libertad y las ideas creativas comenzaran a llenar tu mente.


¡Tomate un respiro! Inhala profundamente su bondad, fortaleza y amor.


EL DESCANSO ES EL JUGO
MÁS DULCE DE LA LABOR.

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