martes, 24 de mayo de 2011

Abrahán y Sara: Padres de la promesa.

A partir del capítulo 12, el Génesis recoge tradiciones orales basadas en hechos históricos. Abran y Saray, cuyos nombres están más de 50 veces en las Sagradas Escrituras, tienen una vida tranquila al norte de Mesopotamia. Dios les pide que dejen su tierra y sellen con él una alianza. Cuando aceptan, Dios les cambia de nombre a Abrahán y Sara, como era frecuente al aceptar una misión por parte de Dios.


Dios se compromete a hacerlos padres de una muchedumbre de pueblos, (Génesis 17:4). Y les concede un hijo, Isaac, en quien cumplirá su promesa. Posteriormente Dios pide a Abrahán que sacrifique a Isaac. Abrahán se dispone a hacerlo fielmente, pero Dios impide el sacrificio y añade otra promesa: Todas las naciones de la tierra obtendrán la bendición a través de tu descendencia, porque me has obedecido. (Génesis 22:18). Dios manifiesta de nuevo que es un Dios de vida y no de muerte, y que nuestra fidelidad a él dará frutos de vida; estos son los cimientos de la Fe de Israel.


Abrahán se distinguió por su gran corazón, su obediencia amistosa y sus actitudes de hospitalidad, generosidad y solidaridad. Por ello, el Nuevo Testamento lo presenta como el gran patriarca de la alianza con Dios (Mateo 1:1, Lucas 16:19-31) e instrumento de salvación (Romanos 4: 1-3). Abrahán es patriarca de tres grandes religiones: el judaísmo, el cristianismo y el Islamismo. (Génesis 12:1- 25:11).

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