viernes, 13 de mayo de 2011

Cuando El Cielo Se Nubla...


Pensaba en cuantas veces delante de nuestros ojos sin darnos cuenta pareciera que el cielo espiritual se nubla. En un momento estamos en un tiempo de gran bendición, tal vez viviendo días de gran derramamiento y… de pronto, sin saber cómo, todo se torna gris y frio.


En esos momentos no sabemos qué es lo que ocurre. Nos sentimos desorientados, mirando al cielo, buscamos, y todo es gris; y nos decimos a nosotros mismos ¿qué es lo que ocurrió?


¿Sabes? Las tormentas son impredecibles. A veces podemos ver los nubarrones, y otras veces se ocasionan mientras estamos durmiendo o descansando, casi siempre nos toman por la espalda, aunque creo que eso se podría evitar, pues el apóstol Pedro dijo que ¨no ignoramos sus maquinaciones¨, pero eso es para otro pensamiento.


Continuando con lo anterior creo que a veces Dios permite esos momentos para demostrarnos que a pesar de las tormentas, por encima de ellas, El siempre esta. Su compañía y su gracia nunca nos dejan y El siempre está dispuesto para intervenir y decirle ¨al viento: calla y a la mar: enmudece¨ tal vez esperando que nuestro clamor sea tan fuerte que traspase la tormenta y llegue a sus atrios, quizás como parte de nuestro adiestramiento en esta guerra invisible pero sangrienta que se libra día a día y que El ha dejado en nuestra dirección.


A veces me aterra pensar que tenemos a nuestra disposición huestes de ángeles preparados a obedecernos, y que están expectantes a nuestras órdenes ¿recuerdas lo que el Señor le dijo a Jeremías? ¨para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar¨. Y ¿de qué manera lo podría hacer el pobre Jeremías que hasta deseaba morir? Allí sin ninguna duda estaba la intervención de los ángeles. Ellos estaban para actuar en el plano espiritual para que luego ocurra en el plano natural.


Quizás esos momentos en que el cielo se nubla sean los momentos escogidos por Dios para profundizar nuestro adiestramiento, momentos que El prepara para generar la expectativa de un encuentro, el deseo desesperado de sus brazos, su protección, sus caricias, en fin… su paternidad, y también reconocer nuestra posición en El, la que él nos lego, la que dejo para que tomemos y extendamos su reino.


Amigo mío si te pasan esos momentos de tormenta no te desesperes ni te impacientes, no permitas que tu corazón se sienta abrumado, El es el que dijo: ¨No te desamparare ni te dejare¨, y te recuerdo: Descansa iglesia donde quiera que estés porque no se dormirá ni se adormecerá el que te guarda¨


A pesar de la tormenta o del tiempo nublado nuestro sol de justicia siempre esta.

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