Cuando cierro mis ojos en la angustia
y doblan mis rodillas los pesares,
entrego desnuda mi alma a Cristo
quien me da la paz y me alivia de mis males.
Es por fe, que mirando al invisible
creo, siento y vivo esos momentos
el los cuales mi mano a sentido
la mano de Dios guiándome al camino
que me conduce a su luz admirable,
y desde el fondo del abismo,
mirando con fe a mi Cristo
puedo salir de las mas oscuras tempestades.
Aunque los ojos de mi rostro no puedan verte
los ojos de mi alma si pueden hallarte
pues tu presencia, que a mi lado me resguarda
sustenta el precioso don de creer por siempre en ti.
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